sábado, 12 de marzo de 2011

CAPÍTULO I: LA PAZ DE CIEN AÑOS

CAPÍTULO I: LA PAZ DE CIEN AÑOS

Díaz Martínez Mara Jarif

La paz mundial, es un término un poco tramposo porque tendríamos que

establecer qué es lo que el mundo necesita hacer para vivir en paz, o qué papel juega

cada país para propiciar la paz mundial. Las actividades de un país pequeño no van a

tener el mismo impacto que la dinámica de alguna potencia europea; además

tendríamos que definir si el no estar en guerra significa que tenemos paz.

Al principio cuando la lectura plantea las bases institucionales de la civilización

del siglo XIX se podría pensar que el problema de su decadencia se estructura en la

organización e interrelación del sistema de equilibrio, del oro, el mercado

autorregulador y el estado liberal; sin embargo, estás instituciones no determinan el

rumbo del siglo XIX porque los cambios en las relaciones internacionales empezaron a

tener cambios bruscos, tanto en el papel económico como en el social; y con el

término bruscos, me refiero a qué eran inestables y repentinos, creo que esa es la

razón por la que ese tiempo es dividido en periodos de “un cuarto de siglo”, ya que

aunque lo mencionen como un periodo tan extenso de 100 años de paz, es necesario

analizarlo por partes porque no fue tiempo estático.

El concepto de guerra, es una de las primeras cosas que cambia su papel en la

dinámica del siglo, porque antes, cuando hablamos de las guerras en las Cruzadas por

ejemplo, se estaba consiente de las ventajas y desventajas que implicaba gastar en

guerras sin embargo, ese no era el punto principal en ese momento, pero en la nueva

civilización del siglo XIX no sólo se esta consiente del aspecto económico sino que

ahora lo relacionan hasta con el patriotismo. Pienso tenían una razón para evitar las

guerras, y aunque el argumento era buscar la paz entre las naciones, después de las

dos grandes revoluciones, ya no era conveniente para la economía de las grandes

potencias, hacer guerras.

Con esto quiero llegar dos puntos importantes. Primero, el papel de las grandes

potencias. Cuando en la lectura se menciona que las constituciones se manipulaban

para salvaguardar la paz y que había un equilibrio de poderes, pienso en el dicho

popular que dice: “El valiente vive hasta que el cobarde quiere” porque el equilibrio de

poderes para mí representa la sumisión de las naciones pequeñas ante la voluntad de

los países potencia; había paz porque no se revelaban ya que los europeos podían

hacer lo que querían con África y nadie podría detenerlos, y así con otras regiones.

Además, si entre grandes potencias no se iniciaron daño es porque todos sufrieron, en

mayor o menor medida, un cambio interno al dejar de lado totalmente los imperios

que habían vivido para darle la cara a las nuevas demandas que generó la revolución

industrial y todas las actividades económicas que trajo consigo.

En segundo lugar, considero que el punto medular del siglo XIX es la relación Paz-

Economía. Llega un momento en la lectura, en la que estamos hablando de tres

actores principales: la Santa Alianza, la Entente Europea y la haute finance, realmente

el aspecto económico y en este caso el de la banca internacional y el financiamiento

que había dirigía las actividades de la segunda mitad del siglo. Me gustó mucho

cuando en la lectura se hace referencia a los banqueros como la unión entre el

gobierno político y el esfuerzo industrial, que no son pacifistas y no se dejan

impresionar `por consideraciones morales. Este organismo financiero, hizo y deshizo

con los prestamos que otorgaba y con el financiamiento que ofrecía, porque durante

los cien años de paz hubieron muchos “pequeños” problemas con revoluciones

internas y alguien tenia que pagar los gatos para sosegarlas. El motivo de existencia

de la haute financ, no fue la paz sino la ganancia, la diplomacia sólo fue un

instrumento útil, si había un interés comercial de por medio.

Para el sistema monetario que se estableció en ese tiempo, se necesitaba cierto

orden, la paz ideal para poder llevarse a cabo de una mejor manera y de la forma en

que le convenía a las grandes potencias, pero las guerras y los pequeños conflictos se

acumularon poco a poco, de tal suerte que al final de cuentas un factor particular, el

carácter de un solo individuo como Bismarck o los problemas de rencores entre

particulares aristócratas generó conflictos mundiales, cuando el tercer protagonista

pierde el poder de controlar a los otros dos.

BIBLIOGRAFÍA

• Polanyi, Karl, La gran transformación. Los orígenes políticos y económicos de

nuestro tiempo, México, FCE, 1992.

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