Karl, Polanyi. La gran transformación
Sánchez Romero Gabriela
En la lectura, Polanyi habla sobre cómo se construyeron las bases para el siglo XX, un siglo turbulento y con dos grandes guerras entre potencias. Curiosamente, los cimientos para dichas guerras fue la paz, una paz de cien años que se rompe con la Primera Guerra Mundial.
Dicha paz no fue natural, no hicieron falta motivos para la solución bélica, tampoco fue por los intereses políticos o morales de la época. El apaciguador fue la institución que representaba el libre mercado y los intereses que escondía. Fue a
partir de esta institución de la que surge el estado liberal.
Además del libre mercado, se encontraba el “sistema de equilibrio de poderes”, donde, si había tres potencias, dos se unirían si una intentaba sobresalir. Los países y sus conflictos tenían ahora a una institución mayor que ellos que resolviera los problemas, ya fuera por la acción conjunta de países velando por su capital financiero o transacciones entre grandes potencias.
Aunque el fin del autor no es hacer una apología del sistema financiero, pues habla de como casi todas las guerras fueron organizadas por financieros y patrocinadas por ellos, llega a plantear que en cuanto se habla de los grandes conflictos del siglo XX, no pudo haber un mayor afectado que la haute finance.
Todos los inversores podían tener la seguridad de que si algo les afectaría sería una guerra general.
Era claro que el libre mercado era más grande que las enemistades que se pudieran tener entre naciones, pues a pesar de sus diferencias, la naciones comerciaban entre si (Como en el caso de Alemania y Francia). El interés por la paz, o mejor dicho, por la seguridad económica que traía la paz, fue el eje de las relaciones entre potencias.
Normalmente la culpa de los conflictos bélicos recae en las instituciones financieras y se cree que es el capitalismo, en palabras de Lenin, el depredador que con el fin de lucro puede organizar cuanto conflicto bélico le sea posible, pero desde la visión de Polanyi, es esta vez el capitalismo y el afán de lucro el que más se veía afectado con una lucha entre potencias mundiales. No pidió el sistema financiero ser el mediador y causa de paz, pero si este era el papel que le convenía, entonces la ganancia sería el fin y la paz sería el medio.
Pero como cualquier institución, la haute finance, que parecía estar en su apogeo y tener la paz más asegurada que nunca, fue derrocada por el rompimiento de otra institución eje y los roces entre potencias cada vez más agudos.
Una paz de cien años no se rompe de un día para otro, la integración de la contraalianza como una unión fuerte y capaz de enfrentar a la Santa Alianza, significó que se rompió el sistema de equilibrio de poderes, pues sólo había dos uniones y no una tercera para apaciguar la sed de poder.
Por último, la explicación breve que da sobre las instituciones como marco de la paz y estructura de la sociedad del siglo XIX, realmente me convence de que, si no una sociedad puede ser reducida a cuatro instituciones, un gran acontecimiento sí se puede enmarcar en ellas. También es convincente el hecho de que el mayor perdedor en el siglo XX fue el sistema financiero y que, de no haber perdido gradualmente su poder sobre las ambiciones individuales de las potencias, habría mantenido la paz, de ser lucrativo, cien años más.
Sánchez Romero Gabriela
En la lectura, Polanyi habla sobre cómo se construyeron las bases para el siglo XX, un siglo turbulento y con dos grandes guerras entre potencias. Curiosamente, los cimientos para dichas guerras fue la paz, una paz de cien años que se rompe con la Primera Guerra Mundial.
Dicha paz no fue natural, no hicieron falta motivos para la solución bélica, tampoco fue por los intereses políticos o morales de la época. El apaciguador fue la institución que representaba el libre mercado y los intereses que escondía. Fue a
partir de esta institución de la que surge el estado liberal.
Además del libre mercado, se encontraba el “sistema de equilibrio de poderes”, donde, si había tres potencias, dos se unirían si una intentaba sobresalir. Los países y sus conflictos tenían ahora a una institución mayor que ellos que resolviera los problemas, ya fuera por la acción conjunta de países velando por su capital financiero o transacciones entre grandes potencias.
Aunque el fin del autor no es hacer una apología del sistema financiero, pues habla de como casi todas las guerras fueron organizadas por financieros y patrocinadas por ellos, llega a plantear que en cuanto se habla de los grandes conflictos del siglo XX, no pudo haber un mayor afectado que la haute finance.
Todos los inversores podían tener la seguridad de que si algo les afectaría sería una guerra general.
Era claro que el libre mercado era más grande que las enemistades que se pudieran tener entre naciones, pues a pesar de sus diferencias, la naciones comerciaban entre si (Como en el caso de Alemania y Francia). El interés por la paz, o mejor dicho, por la seguridad económica que traía la paz, fue el eje de las relaciones entre potencias.
Normalmente la culpa de los conflictos bélicos recae en las instituciones financieras y se cree que es el capitalismo, en palabras de Lenin, el depredador que con el fin de lucro puede organizar cuanto conflicto bélico le sea posible, pero desde la visión de Polanyi, es esta vez el capitalismo y el afán de lucro el que más se veía afectado con una lucha entre potencias mundiales. No pidió el sistema financiero ser el mediador y causa de paz, pero si este era el papel que le convenía, entonces la ganancia sería el fin y la paz sería el medio.
Pero como cualquier institución, la haute finance, que parecía estar en su apogeo y tener la paz más asegurada que nunca, fue derrocada por el rompimiento de otra institución eje y los roces entre potencias cada vez más agudos.
Una paz de cien años no se rompe de un día para otro, la integración de la contraalianza como una unión fuerte y capaz de enfrentar a la Santa Alianza, significó que se rompió el sistema de equilibrio de poderes, pues sólo había dos uniones y no una tercera para apaciguar la sed de poder.
Por último, la explicación breve que da sobre las instituciones como marco de la paz y estructura de la sociedad del siglo XIX, realmente me convence de que, si no una sociedad puede ser reducida a cuatro instituciones, un gran acontecimiento sí se puede enmarcar en ellas. También es convincente el hecho de que el mayor perdedor en el siglo XX fue el sistema financiero y que, de no haber perdido gradualmente su poder sobre las ambiciones individuales de las potencias, habría mantenido la paz, de ser lucrativo, cien años más.
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